El chaqué: Cómo y cuándo vestirlo y prendas que lo componen
Ya ha terminado para la mayor parte de nosotros estos días en los que hemos podido disfrutar de unos días de descanso en familia recargando las pilar para la siguiente temporada.
Para el primer post de la temporada, he decidido empezar como terminé la anterior, con una de las piezas más elegantes de la sastrería: el chaqué.
Aún nos quedan unos días de sol y en los próximos días, semanas y meses, tendremos la oportunidad de acudir a una ceremonia de enlace, o por el contrario, un acto oficial en el cual sea necesaria la utilización de esta prenda. El chaqué es una pieza, a día de hoy, muy difuminada por el paso de los años y las modas.
¿Cómo debe de ser nuestro atuendo para una ceremonia de enlace? Todo dependerá de que lugar ocupemos en ella. No tendría sentido ir de chaqué, siendo un invitado más, cuando el novio no decide utilizarlo. En una boda los protagonistas son precisamente los novios y siempre debemos ir acorde para la ocasión.
En el caso de un acto oficial, la elección está muy clara. El chaqué debe de componerse de levita negra, chaleco negro con vivo blanco y el clásico y característico pantalón gris con rayas negras. Mas adelante, entraremos en detalle de cómo deben de ser estas tres piezas, o como se configuran.
En el caso de ser un enlace, podríamos apostar sin equivocarnos por este modelo clásico de chaqué comentado en el párrafo anterior. Es el que se debe usar también en el caso de que la ceremonia a la que acudamos sea de tarde/noche o en ausencia de sol. Si por el contrario, el enlace es de día, es decir 11 ó 12 de la mañana, se podría optar también por el color gris.
En muchas ocasiones, olvidamos la utilidad que le daremos a las prendas y elegimos y compramos en función de los cánones que la moda nos impone en ese momento, lo que conlleva el riesgo de convertir a la prenda en un producto inminentemente caduco si este es demasiado moderno.
Mi consejo, para mis clientes que vienen a hacerse un chaqué para su propia boda, es siempre el mismo:
En primer lugar, la moda es pasajera. Lo que hoy nos parece súper elegante quizás para la siguiente temporada no lo es tanto.
En segundo lugar, ¿qué es lo que queremos? ¿Queremos un chaqué para un solo día, como puede ser el día que uno se casa, o por el contrario, nos gustaría un chaqué para poder utilizarlo durante un largo tiempo siempre que se nos presente la ocasión?
Pongámonos por un momento en que nos hemos hecho un chaqué de un cuadro de gales azul para el día de nuestra boda. Seguro que el resultado es transgresor y el día que nos casamos, mucha gente nos felicitará por tal elección (independientemente del protocolo). Pero un mes después se casa nuestro mejor amigo y decidimos ir con el mismo chaquet, ¿podría ser que los asistentes a la boda nos confundan con el novio?
En el último año, hemos realizado muchos chaqués, y muy variados, desde el negro, el gris marengo, el gris medio, claro, pasando por el cuadro de gales azul, azul liso, con espiga… Y es que posibilidades hay tantas como uno pueda imaginar pero, ¿cuál será la opción más elegante?, ¿y la más útil?
La levita: Color y tejido
En el caso de elegir la opción más clásica, el modelo negro, mi recomendación en cuanto al tejido pasaría siempre por la alpaca o el mohair y en este caso hemos elegido un tejido británico.
Este es un tejido fresco con una gran caída. Tiene la propiedad que por mucho tiempo que pase, esta prenda estará siempre en nuestro armario como el primer día ya que esta alpaca tiene la particularidad de ser una tela con mucho nervio y que arruga poco en comparación a otras opciones. Con unos cuidados mínimos y un planchado para la siguiente ocasión, en el caso de que haya pasado mucho tiempo desde el último uso, volverá a estar como nueva.
En el caso de elegir un color gris medio, o claro, mi elección sería una lana de unos 260 gr. como máximo, de dos cabos muy torsionados para que arrugue lo menos posible. En este caso hemos elegido un tejido de Holland & Sherry.
Las partes de una levita
La levita es una pieza muy distinta a un traje en lo que se refiere al corte y a la construcción en sí.
Partimos de que el propio delantero se divide en dos zonas, la parte del pecho que ocupa desde las solapas hasta el costado, y el faldón, que llega desde un poco por debajo del talle hasta el bajo. En la parte horizontal llega hasta la unión con la costura del faldoncillo de la espalda.
La espalda también es diferente. Se compone de una pieza principal que va desde el escote hasta el bajo y de otra pieza que es el costadillo. Esta pieza es independiente y se produce por el vaciado que se hace en la espalda, de unos tres centímetros, en disminución hasta más o menos la mitad de la altura de la sisa. Se convierte en una costura en la línea de construcción de la profundidad de sisa y siendo así hasta el final de la costura, donde se junta con la manga.
Como curiosidad hay que decir que esta costura de la espalda debe de coincidir con la costura de la manga.
El talle de la levita tampoco es el mismo que el de un traje. Es preferible que sea ligeramente más elevado, ya que de esta forma, junto al vaciado de la espalda y del delantero, es más profundo de lo común pues tiene la función perfilar la figura.
El faldón es simple y solo tiene una pinza, que será más o menos ancha dependiendo de lo corpulenta que sea la persona vestir, o si tiene más o menos pronunciada la cadera. Esta pinza, de unos ocho centímetros, tiene que coincidir por obligación con la costura que va a morir en el faldón y que nace justo debajo de la sisa.
El método de trabajo del delantero de la levita es parecido al de una chaqueta. Tiene su entretela interior de la misma forma y material (es decir, la tela, la entretela, el plastrón, la boatina y el picado de la unión entre estas tres partes a mano, o a máquina, dependiendo de lo armado que pida el cliente el pecho).
La diferencia es que la entretela no ocupa todo el delantero y, dependiendo de la sastrería en la que se realice esta pieza, muere en la misma costura que el faldón, dejándolo libre, o por el contrario, continua por debajo, con una distancia prudencial, de tal forma que ayuda al delantero y al propio faldón a girar sobre la anatomía de la persona que lo porta ya que, como siempre digo, no somos planos y las prendas que vestimos nos tiene que acompañar a nuestro cuerpo y movimiento.
Además de esto último, también es cierto, que le da al faldón más cuerpo y una mejor caída y adaptación a la tela que se esté trabajando.
En Sastrería Serna, siempre apostamos por este último método de trabajo. No trabajando en plano sino trabajando las formas de la anatomía y girando el delantero. No es muy estético cuando uno ve un chaqué desabotonado, que los delanteros se dirijan al frente directamente en vez de continuar el giro del mismo antes de separarse.
Los delanteros son exactamente iguales, lo único que les diferencia es que uno, el izquierdo, tiene un bolsillo de pecho, un ojal en la solapa, y otro en el cruce. Y el otro delantero tiene el botón para abotonar con el ojal contrarío. Pero la forma es totalmente simétrica, igual.
Por ello, yo pongo un botón gemelo, es decir, un botón en el derecho y en el revés del delantero de tal forma que la persona que lo porte puede usarlo de forma simple, o como un gemelo de la camisa. Así, esas dos líneas simétricas, que es el canto del delantero, dan la sensación de unirse para después separarse nuevamente.
Con respecto al faldoncillo de la espalda hay que comentar que, justo unos cuatro centímetros del punto donde nace, o un poco más, se invierten el sentido de la tela. Gracias a un piquete en la costura (un corte) que recorre el centro de la espalda por el lado derecho pase al lado izquierdo, cumpliendo la función de cruce, es decir, que no se llega a apreciar espacio entre los dos faldoncillos. La del lado derecho, pasa al lado izquierdo y, en este caso, se hace un canutillo (o mosca) de unos 3 centímetros de largo que cruza al lado contrario, y de ahí baja en línea recta hasta el bajo.
Uno de los defectos más comunes que se ven en los chaqués es que este cruce, o bien es demasiado extenso, o por el contrario es muy corto, produciendo una abertura en V en la zona baja de la espalda dejando ver este espacio. Estéticamente afea mucho la prenda y pone de manifiesto un claro defecto de construcción que puede subsanarse no obstante mediante un sencillo arreglo:
– En el caso de exceso de cruce, soltaremos un poco el canutillo, y por el contrario si es por falta de cruce, recogeremos más tela.
– Si está abertura en V es excesiva, deberemos desmontar el faldón a la altura del talle por la costura que une delantero y faldón. Como decíamos en el caso de exceso de cruce recogeremos tela en este punto, o por lo contrario daremos más tela usando el sobrante de tejido en la costura que debe dejarse siempre por precaución.
El chaqué también lleva dos botones en la espalda que son del mismo tamaño que los que lleva el delantero y están situados justo en el punto donde se unen el faldón y faldoncillo, a la altura de la mosca o canutillo que antes hemos comentado.
El Chaleco: el color y la forma
El chaleco para esta prenda, de color negro como hemos comentado antes, tiene que ser del mismo color que la levita y de una fila, es decir una hilera de botones. El vivo, de piqué, nace en el escote y termina muriendo en el cruce con el esternón, y el vivo del delantero contrario y los bolsillos también serán de vivo.
Si en por el contrario, hemos optado por el color gris, este chaleco debería ser del mismo color gris, pero, en este caso, puede ser un chaleco de dos filas o cruzado (el cual creo que será la mejor opción).
Por último, como dato de protocolo, las dos únicas personas que pueden acudir a un enlace con un chaleco de un color distinto a la levita son el novio y el padrino.
Ya sé que en la actualidad esto es raro y que la mayor parte de los invitados son los que llevan el color del chaleco de un color distinto a la levita, pero lo cierto es que esto se debe en sí al protagonismo indiscutible de los principales partícipes del enlace, del mismo modo que a ninguna dama se le ocurriría ir de color blanco a una boda debido al protagonismo que debe tener toda novia el día de su boda. En el color del chaleco del novio y del padrino ocurre lo mismo.
Ellos pueden elegir el color y forma que prefieran, siendo el más común en la actualidad el color beige, y posteriormente el gris medio o claro. Aunque pueden ser del color que la imaginación quiera darnos.
El Pantalón
En el caso de optar por el chaquet de color gris, el pantalón debería de ser del mismo color y tejido.
Si, por el contrario, se opta por la opción de levita negra hay una infinita variedad de pantalones y materiales a elegir.
En sastrería Serna, aconsejamos elegir un color gris con una raya negra que no sea muy estrecha y marcada, pues ayuda a estilizar y disimular los defectos que podamos tener ya que la raya puede hacer que una persona fuerte, parezca más gordita, o que una persona bajita lo pueda parecer más aún.
Este pantalón, como ya expliqué en el post que hicimos expreso para los chalecos, es alto de caja con el fin de que, al ponerlo, éste sea más bien corto de tal forma que alargue la figura y la estilice. Por ello, está prohibido el uso del cinturón y no tiene ningún sentido poner cavillos para el cinturón en la pretina, como se ve en algunas ocasiones.
En esta pieza lo mejor es el uso del tirante ya que es la única forma de mantener el pantalón a su altura, en el mismo sitio, durante tantas horas.
En la actualidad, muchas tiendas que venden “sastrería” industrial colocan unas trabillas laterales o traseras para no tener que poner tirantes.
Les explico: el hecho de poner una trabilla al pantalón le da un aire más sport que en esta prenda de etiqueta no tiene mucho sentido. En segundo lugar, a todos nos ha ocurrido que, cuando usamos un cinturón, el pantalón se nos termina cayendo y estamos continuamente subiéndolo. Las trabillas laterales intentan imitar la función de un cinturón, es decir, si se nos cae el pantalón tiramos de ellas y estrechamos la cintura para que apriete un poco más.
Pues bien, cuando tiramos de las trabillas o apretamos el cinturón lo que estamos haciendo es que el pantalón busque su sitio, y ¿dónde está? en la zona que tenga la misma cintura que le estoy poniendo al estrechar con las trabillas o el cinturón, es decir, más abajo, y terminará bajándose más aún.
Esto lo que hace es deformar el pantalón y que se nos vea la camisa por debajo del chaleco, lo cual está a una distancia considerable de la elegancia.
Lo que quiero concluir con esta explicación es que la mejor y más cómoda opción es el uso de tirantes.
Este pantalón siempre debe llevar pliegues en el delantero, bien sea uno o dos. Y por supuesto, jamás llevará vueltas en los bajos ya que, recordemos, esta es una prenda de etiqueta.
Vamos a ir dando por concluido este post aunque del chaqué se ha hablado mucho e incluso es un tema que da para varias partes más así que lo retomaremos de nuevo en un futuro. Podríamos entrar en el tema de la confección, de los cantos… pero, si me lo permitís, lo dejaremos, como digo, para más adelante.
Espero que las vacaciones les hayan servido para recargar pilas, porque aún queda mucho por trabajar y esta nueva temporada vendrá repleta de cambios, algunos muy importantes en especial para la Sastrería Serna.
Les espero en el siguiente post.
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